¡¡Tenía que estar para ayer!! ¿Os suena? Lamentablemente vivimos en un mundo rápido, frenético, en el que sólo vale resolver deprisa, y a ser posible hacerlo bien. Os voy a hablar justo de lo contrario.
Hace aproximadamente un año, decidí hacer una pausa en mi vida profesional y regalarme tiempo con Eloy, mi primer hijo.
Formalmente, se denomina “Excedencia por cuidado de hijos” y se trata de un derecho que cualquier trabajador con un hijo menor 3 años puede disfrutar; hombre o mujer.
Sin entrar en detalles, os dejo un enlace donde se resuelven la mayoría de preguntas que puedan surgir al respecto, y que también referencia al artículo del Estatuto de los Trabajadores que lo regula.
Paso con las preguntas que probablemente os estéis planteando.
¿Por qué una excedencia?
- Porque junto con mi pareja, consideramos insuficiente el permiso de maternidad/paternidad. Para nosotros, un bebé de 4 meses debería estar atendido por sus padres. No estará mejor en una guardería, ni con una persona contratada en casa, ni queríamos sobrecargar a nuestros padres (que no fue porque no se ofrecieran).
- Porque el primer año del bebé es crítico. Será quizás en el que más evolucione y más atención necesite. Su cerebro se está formando y el conjunto de estímulos que reciba determinarán en gran medida su comportamiento.
- Por igualdad. ¿Dónde está escrito que las madres son las que deben ocuparse de los hijos?. Yo quiero también disfrutar de esta oportunidad. Ver crecer a un hijo no debería ser cuestión de género.
- Porque podía; todas las condiciones eran favorables. Kaleidos mola mil (es así), y me proporcionó todas las facilidades para que pudiera cogerme la excedencia. Mi mujer estaba de acuerdo desde el primer momento, y económicamente era viable (ahorramos para poder hacer frente a esos meses de menos ingresos).
- Por hacer las cosas bien. Ya hacemos demasiadas cosas con cansancio, prisas y mal humor. Queríamos dedicarle tiempo de calidad.
- Por cuestión de prioridades. Consideramos que un hijo es un motivo suficientemente importante como para no anteponerlo a nuestra vida profesional.
- Por tratar de cambiar las cosas. Durante ese tiempo fui mantenido económicamente por mi mujer, tuve que cambiar pañales, darle biberones, hacerme cargo de las tareas del hogar, charlar con las madres y padres en la guardería, pasear en carrito, acunarle, etc. Demasiados clichés asociados erróneamente al rol de madre. Me siento orgulloso de ejercer como padre.
¿Cuánto tiempo al final?
En total, hemos conseguido que Eloy haya pasado sus primeros catorce meses de vida, atendido cada día por al menos uno de sus padres. Su madre los seis primeros meses, y yo los ocho siguientes, seis iniciales prorrogados otros dos más.
¿Y ha merecido la pena?
Totalmente. Dedicarse a tiempo completo al cuidado de un niño pequeño es un trabajo mucho más agotador de lo que algunos pudieran pensar, pero el vínculo que se crea es impagable.
¿Con qué te quedarías?
Me quedaría con la cantidad de momentos inolvidables que he podido disfrutar gracias a no tener que trabajar al día siguiente. Escojo uno de ejemplo.
Martes 12-Julio-2016, 1:15 am, 26°C. Eloy se despierta entre sollozos y le cuesta coger el sueño de nuevo. Ya que no puede dormir, salimos a la terraza para disfrutar de la noche y el buen tiempo del verano. Los dos nos tumbamos mirando el cielo para descubrir la luna por primera vez, y explicarle que en realidad estamos viendo el pasado al ver las estrellas, que están realmente lejos y que se agrupan formando constelaciones. Aunque no comprendiese lo que le decía, sus expresiones de asombro parecían indicar lo contrario. Lo que sí es seguro, es que disfrutó con gesto maravillado el rato que estuvimos juntos, y sí, finalmente se volvió a quedar dormido.
¿Algún consejo?
A otros padres trabajadores: Si vuestra economía lo permite, una excedencia es una inversión tanto en vuestros hijos como en vosotros mismos. Al final de nuestra carrera, posiblemente habremos trabajado unos 40 años… dedicarle uno o dos (o tres o cuatro si tienes más hijos), no nos hará menos ricos, ni nos impedirá alcanzar nuestras metas profesionales.
A otras empresas: las animaría a que divulguen este derecho poco conocido y que proporcionen las facilidades necesarias para que sus trabajadores lo puedan ejercer.
Lamentablemente, y aunque sobre el papel la excedencia sea un derecho, muchos trabajadores no lo ejercitan por miedo a las represalias. Por eso, no puedo estar más que agradecido de que Kaleidos me apoyara al 100%, tanto al inicio de la excedencia, como en el momento en el que planteé una extensión de la misma y por supuesto en el momento de mi reincorporación.