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It's our fucking freedom, Basecamp

La separación de vida pública y privada, del trabajo y la política, de “mi oficina” y “mis ideas” ha estado siempre discutida. Esta discusión la suele ganar típicamente la concordia, relajar el tono y conciliar. Y aunque es bueno que podamos ser civilizadas las unas con las otras, esto significa que la discusión la gana en realidad el statu quo.

Estos días atrás Twitter está que arde con el comunicado de Jason y David, así con nombre propio y totalmente reconocible. Ambos son fundadores de Basecamp y han incendiado la red del disenso con sendos comunicados. El resumen es que van a implantar nuevas medidas en la empresa entre las que se incluyen eliminar comités (y centralizar ciertas decisiones) y la expresa prohibición de hablar de temas sociales y políticos.

Como si eso fuera posible. Como si eso fuera deseable.

No voy a entrar en la cuestión de la crisis reputacional, porque honestamente, estos dos señores me dan igual. No deberían pensar en “su imagen”, sino en su fondo, en sus costuras y en los empleados de Basecamp.

Pasamos muchas horas trabajando, generando plusvalías y “valor añadido”. Nos formamos y somos cada vez mejores. Hacemos congresos y convenciones. Somos putos héroes, cracks, máquinas, que desarrollamos con FrostisJS en nuestro teclado Dvorak. Al servicio de quién ponemos esta gran parte de nuestra vida es algo que nos tenemos que plantear. Quién se beneficia de nuestra mano de obra, de nuestro talento, de nuestra creatividad.

Y más allá, quién usa nuestro trabajo y para qué. Si tu trabajo está facilitando un altavoz para el odio y para aumentar la brecha y aupar más a los privilegiados, no puedes conciliarlo simplemente con “es que el trabajo es una cosa y mis ideas son otras”. Tenemos que aspirar, no a más, sino a mejor.

Las feministas y tantos otros colectivos discriminados sabemos y gritamos desde hace tiempo que “lo personal es político”. Intentar separar ambas esferas es creer que hay dos esferas, cuando en realidad es un continuo de estructuras socio-económicas que nos afectan en todos los aspectos. Una mujer lesbiana hablando de su esposa es, incluso a su pesar, un acto político en sí mismo. Intentar acallar estas conversaciones por la vía ejecutiva es un ejercicio de privilegio que sonroja. Dejar fuera del trabajo estas conversaciones significa dejar fuera también a las personas que traen estas conversaciones y hacer más difícil que accedan a los recursos materiales.

En Kaleidos históricamente usamos y creamos software libre porque valoramos la libertad que nos da a nosotros y no sólo a nuestros clientes: “It’s our FUCKING freedom!” Sin embargo, en estos años, esta visión se nos ha quedado corta. Resuelve muy bien nuestra burbuja kaleider, pero ya no es suficiente. Hace no mucho rehicimos nuestra web y los mensajes que queremos que nos representen:

Estamos en las antípodas de pedir que no se hable de política o de temas sociales. Es un vehículo importantísimo para hacer que nuestro entorno permee en lo que hacemos, de forma que podamos repercutir de vuelta y mejorarlo. Porque es importante. Porque es deseable.

Comentad sobre política y considerad una bandera roja si os lo impiden en vuestro trabajo. Hablad de cuestiones sociales y sospechad de quienes os sugieran que eso no es cosa de la oficina. Y por supuesto, no nos callemos la boca.

Dan Kim es un desarrollador en Basecamp