Cristina García Hernández, profesora de la Universidad de Oviedo y de la UNED, e investigadora especializada en ambientes fríos de la tierra, nos contactó hace meses para proponernos un patrocinio científico de su expedición a la Antártida. En Kaleidos nos pareció un proyecto apasionante, lleno de buena ciencia y encima con la Antártida de telón de fondo, así que patrocinamos su expedición “a cambio” de que nos diera una charla a su vuelta.
Esta expedición es parte del proyecto CRONOANTAR, que tiene como reconstruir el proceso de deglaciación de dos islas en la Antártida. Los resultados obtenidos en este proyecto permitirán evaluar si el elevado retroceso glaciar de las últimas décadas ya se ha registrado a lo largo de los últimos milenios, o si por el contrario esta tendencia reciente responde a los efectos del cambio climático. A su vuelta, le hemos preguntado a Cristina qué es lo que más le ha impactado de su expedición. Nos cuenta esto:
“Mi experiencia investigadora en lugares remotos de la tierra me ha enseñado, sobre todo, que se puede vivir con menos y de forma mucho más sencilla. También me ha permitido comprobar que vivimos en un mundo en el que los compartimentos estancos no existen: todo lo que hacemos, donde quiera que estemos, afecta hasta al último rincón de nuestro planeta y, así, he podido ver botellas de plástico enterradas en la arena de las playas antárticas, lugares que actualmente concebimos como santuarios ambientales.”
“Nuestro planeta atraviesa una grave crisis, no solamente climática sino ambiental: pensemos que el aumento de un grado de temperatura media no parece lo suficientemente importante como para afectar la vida humana y, sin embargo, determina cambios impensables en los ecosistemas, y con ellos en la supervivencia de innumerables plantas y animales, algo que, desde luego, sí afecta de forma radical nuestras vidas. Pensemos también en las múltiples consecuencias de la contaminación (que afecta a suelos, aguas y a la atmósfera), cuya acción sobre nuestros cuerpos es extremadamente difícil de predecir… Por todo esto, ante el escenario de crisis climática y ambiental que enfrentamos, toda movilización se queda corta.”
¿Cuál es la ciencia detrás de CRONOANTAR?
El proyecto CRONOANTAR utiliza una técnica de datación basada nada menos que en rayos cósmicos. Cuando una lengua de hielo retrocede, deja expuesta una superficie rocosa, que empieza a recibir la radiación cósmica en forma de isótopos radiactivos. En la superficie de las rocas se comienzan a incorporar estos isótopos. Calculando la cantidad acumulada de dichos isótopos, y la tasa de acumulación, se puede calcular la edad en la que el hielo retrocedió y dejó expuesto el lugar estudiado. Dado que las capas de hielo impiden la formación de estos isótopos, la Antártida es un espacio magnífico para esta técnica ya que puede usarse para averiguar qué zonas estuvieron al descubierto (deglaciaciones) en qué épocas concretas y aprender mejor procesos climáticos del pasado que arrojen luz sobre el presente.
Estamos encantados de haber podido contribuir a mantener la temperatura corporal y humedad relativa en valores nominales de una científica kick-ass. Y además hemos podido decir “isótopos cosmogénicos” en un post de Kaleidos 🙂 Seguro que su trabajo ayudará a entender procesos climáticos complejos y de gran escala, algo en los que va la supervivencia en el planeta (que al planeta en sí). A la vuelta de su expedición, pudimos disfrutar de la charla de Cristina, que compartimos con vosotros en este video. Podéis seguir a Cristina desde su cuenta de Instagram.