La vida de Lynn Conway da para escribir no sólo varios artículos sino libros enteros. Ingeniera informática y pionera en el campo de diseño de chips microelectrónicos. Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de los Estados Unidos, catedrática y profesora emérita de Ingeniería Eléctrica y Ciencias Informáticas en la Universidad de Michigan. Mujer trans, después de tres décadas en las que tuvo que ocultar su pasado para sobrevivir, su testimonio pretende dar esperanza a jóvenes trans.
Ilutración de Juan de la Cruz
Infancia y adolescencia
Lynn Conway nació y pasó su infancia en Nueva York. Aunque la educaron como niño, ella desde muy pequeña sentía que algo no iba bien. Eran los años 40 y ser trans se consideraba una enfermedad así que sus padres no le permitieron ningún comportamiento que ellos consideraban “extraño”. Pensad que en aquella época a los pacientes con “enfermedades mentales” se les ingresaba en psiquiátricos, los tratamientos con electroshock eran muy habituales e incluso se llegó a practicar la lobotomía.
Ya en la universidad, como estudiante de física en el MIT (Massachussets Institute of Technology), empezó a ver un poco la luz fuera del control de sus padres. Consiguió estrógenos en el mercado negro y empezó a hormonarse, pero tuvo que dejarlo tras la denuncia de un “compañero” a uno de los decanos que amenazó con denunciarla. También abandonó el MIT.
Una carrera profesional brillante
Resignada a tener que vivir como un hombre, terminó sus estudios de ingeniería en la Universidad de Columbia, se casó y tuvo dos hijos. Era 1964 cuando IBM la fichó para unirse al equipo de diseño de arquitectura de computadoras y supercomputadoras avanzadas.
Después de años aparentando lo que no era y tras un intento de suicidio, decidió contárselo a su mujer y a algunos amigos que la apoyaron. Haría la transición y se sometería a un tratamiento pionero (al que se había sometido muy poca gente) combinando hormonas con cirugía. Thomas Watson Jr era presidente de IBM por aquel entonces y cuando la noticia llegó a sus oídos la despidió. Con este giro de los acontecimientos su plan se desplomó y perdió el apoyo de su familia y amigos.
Teniendo que enfrentarse al cambio sola y después de pasar unos años duros pero a la vez llenos de esperanza, Conway adquirió una nueva identidad y comenzó una nueva vida. Por fin podía ser ella misma.
Reanudó su carrera de diseñadora de sistemas digitales y arquitecta de ordenadores en Memorex. En 1973 se incorporó al Centro de Investigación de la Xerox en Palo Alto (PARC) donde sus innovaciones revolucionaron el diseño de chips a nivel mundial.
Conway en el parque de investigación de Xerox. 1977. Fuente: IEEE Solid State Circuits Magazine
Junto a Carver Mead publicó ‘Introduction to VLSI Systems’ con investigaciones pioneras en los métodos de diseño de Integración a Muy Gran Escala (VLSI) lo que permitió que los chips de silicio pudieran tener decenas de miles de transistores facilitando la fabricación de máquinas mucho más ligeras y pequeñas (pensad en ello cuando estéis usando vuestro portátil o móvil). Este libro se convirtió en la biblia de los diseñadores de chips e impulsó la revolución de los chips de Silicon Valley en los años 80.
Mead se llevó la mayoría de los reconocimientos y premios en solitario, pese a que todo se basaba en investigaciones que hizo Conway tiempo atrás y el libro lo escribió prácticamente sola. Conway llegó a desaparecer de las menciones.
En 1983, gracias a su trabajo en la PARC, consiguió un puesto en la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA).
Sus primeros trabajos reaparecen
En los 90 los chips ya contenían suficientes transistores como para que los procesadores fueran superescalares. El “dynamic instruction scheduling” (DIS) empezó a utilizarse en casi todos los chips de los nuevos PCs, aumentado su potencia considerablemente. Estos avances empezaron a mencionarse en todos los libros de arquitectura informática sin que nadie supiera que fue idea de Conway. De nuevo un trabajo suyo había revolucionado la tecnología de los sistemas de información, pero no se le atribuiría porque IBM ocultó su nombre y no la reconoció como empleada.
A finales de los 90 se empezaron a destapar historias sobre sus primeros trabajos. Después de tres décadas manteniendo oculto su pasado y con miedo a perder todo lo que había conseguido en estos años (que no era más que una vida normal y bien merecida), Conway decidió hacer pública su historia.
Aún así, en 2002 a Mead le concedieron la Medalla Nacional de Tecnología en solitario, en 2009 fue homenajeado como uno de los 16 hombres “padres fundadores de Silicon Valley” sin que Conway fuera ni siquiera invitada a la celebración y aquí en España recibió el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 2011, también sin Conway. Nadie quiso homenajear a una mujer trans y menos tener que darle un premio, pero no nos preocupemos porque nuestro sector es muy inclusivo ¿verdad?
El ansiado reconocimiento
Después de contar su historia, Conway hizo públicos todos los detalles de su investigación en el pasado y muchas instituciones ya la reconocen como autora principal.
Ha sido galardonada con muchos premios y distinciones en reconocimiento a su labor. En 2014 entró a formar parte del Hall of Fellows del Computer History Museum, ha recibido la Medalla James Clarke Maxwell, la revista Time la incluyó en la lista de las personas trans más influyentes de Estados Unidos y ha sido nombrada Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de los Estados Unidos que es el máximo reconocimiento profesional al que un ingeniero puede optar.
En la actualidad es catedrática y profesora emérita de Ingeniería Eléctrica y Ciencias Informáticas en la Universidad de Michigan, donde además fue Decana Asociada de la Facultad de Ingeniería. Reside en una gran finca en la zona rural de Michigan con su marido y sus cuatro gatos.
Activista trans
Cuando Conway leyó la historia de la ex-soldado Christine Jorgensen (la primera persona en los Estados Unidos en anunciar públicamente una transición de género) tenía 14 años. Nunca se cuestionó hacerlo sino cómo hacerlo. Ahora, con su testimonio pretende dar esperanza a jóvenes trans porque sabe la importancia que tiene que tengan referentes. Hace unos años montó una web con diferentes recursos para ayudar a las personas más jóvenes en la misma situación.
“Pensé en los millones de personas LGBT+ ahí fuera. Intenté imaginar la enormidad de las luchas durante toda su vida contra la estigmatización y el ostracismo, la pérdida de familias y trabajos, de su opresión por tener que pretender, a menudo sin poder vivir su vida de forma completa o sin ser conocidas por quiénes eran realmente, lo que habían hecho, a quién amaban y quiénes les amaban”.
A día de hoy, a sus 82 años, continúa en su lucha contra la patología psiquiátrica asociada a la transición de género como activista a favor de los derechos de las personas trans.
Ahora nos toca a nosotras no mirar hacia otro lado y luchar por un feminismo trans inclusivo. Por Conway y por todas las demás.
Fuentes y recursos adicionales
The Many Shades of ‘Out’, por Lynn Conway
Life, engineered: how Lynn Conway reinvented her world and ours, por Nicoles Casal Moore
- Audrey Tang: ministra digital de Taiwán, hacker, activista y post-género
- Margaret Hamilton, la programadora que nos llevó a la luna
- Dorothy Vaughan, programadora pionera de la NASA
- Susan Kare, pionera del pixel art