Dorothy Johnson Vaughan nació en un Estados Unidos profundamente racista y segregado. En una época en que los negros tenían prohibido ir a muchos institutos y universidades, Vaughan se graduó en matemáticas, trabajó tres décadas para la NASA y acabó enseñando FORTRAN a ingenieros. Os contamos la historia de esta “figura oculta” que, afortunadamente, ya no lo es tanto.
Dorothy Vaughan nació en Kansas en 1910. Acabó el grado de matemáticas con 19 años, en una universidad solo para negros. Estas universidades habían surgido para ofrecer una oportunidad que las otras universidades no permitían. Algunas personas hasta se habían hecho pasar por blancas para poder entrar en una universidad. No sería hasta la década de 1950, en muchos casos después de sentencias o leyes, cuando muchas universidades para blancos tuvieron que abrir sus puertas a todos.
Vaughan era una alumna brillante y sus profesores querían que estudiara un máster, pero Dorothy decidió ponerse a trabajar para poder ayudar a su familia. Era 1929, el año que marcó el inicio de la Gran Depresión. Durante los siguientes años sería profesora de matemáticas en un instituto de Virginia. También se casó y acabó teniendo nada menos que seis hijos.
Se necesitan mujeres para la “NASA”
La Segunda Guerra Mundial cambiaría la vida de Vaughan para siempre. Con muchos hombres en el ejército, trabajos “masculinos” tenían que ser cubiertos por mujeres. Y en algunos campos asociados con las necesidades militares, como el aeronáutico, había mucha demanda de personal. Tanta que, por fin, otro colectivo doblemente discriminado, las mujeres negras, tenía acceso a trabajos que antes no hubieran imaginado.
Ese fue el caso de Dorothy Vaughan. En 1943 se unía al Langley Memorial Aeronautical Laboratory, el primer laboratorio civil aeronáutico en Estados Unidos. Pertenecía a la NACA, la precursora de la NASA. Dorothy pensaba que sería un trabajo temporal hasta que durara la guerra, pero acabaría trabajando allí casi tres décadas. En 1945 Roosevelt firmó una ley que prohibía la discriminación racial o religiosa en los puestos relacionados con defensa. El número de matemáticas negras creció considerablemente.
Eso sí, negras y blancas trabajaban segregadas, separadas en distintas áreas del laboratorio. Durante mucho tiempo también tuvieron que usar baños y zonas del comedor diferentes. De hecho, la segregación era tal que algunas matemáticas blancas que trabajaron en Langley no eran conscientes de que allí trabajaran matemáticas negras.
Estas matemáticas eran llamadas “computadoras”. Su profesión era resolver los cálculos y ecuaciones que ahora resuelven máquinas, pero que entonces resolvían ellas a mano. Sin ellas las investigaciones que se llevaban a cabo en Langley no hubieran sido posibles. Eso sí, en muchas ocasiones se les trataba casi como máquinas. Se les cambiaba de equipo sin ningún miramiento, podían hacer turnos interminables… Las tareas más tediosas acababan en manos de las computadoras negras. Entrevistadas años después, comentan que las posibilidades de implicarse en aspectos más complejos dependía muchísimo de los investigadores con los que trabajaban. Algunos las incluían en sus publicaciones y las mentorizaban. Otros…
Vaughan, la primera directora negra
Las “matemáticas del ala oeste”, como ellas mismas se llamaban con orgullo, eran todas negras. Todas, menos la directora. Cuando murió, Vaughan asumió sus responsabilidades, pero sin el título oficial. Tuvieron que pasar años hasta que fuera promocionada oficialmente. Se convertía así en la primera supervisora negra de la NACA y en una de las primeras mujeres supervisoras. Este puesto le permitió colaborar con otras matemáticas, como Vera Huckel y Sara Bullock, con las que escribió un libro sobre métodos algebraicos para máquinas calculadoras.
Vaughan pronto se distinguió como un apoyo para las mujeres “computadoras”, tanto negras como blancas, apoyándolas para que consiguieran tanto aumentos de sueldo como ascensos. Los ingenieros confiaban en ella para que les dijera quién era la mejor computadora para cada proyecto. Si era algo especialmente complicado era a ella a la que elegían para el trabajo.
En 1958, cuando la NACA se convirtió en la NASA, se acabó por fin la segregación. Muchas matemáticas pasaron entonces a formar parte del nuevo Departamento de Análisis y Computación. Fue también una época de transición de las computadoras humanas a las electrónicas. Vaughan se enseñó a sí misma FORTRAN, uno de los primeros lenguajes de programación (creado en 1957), y se lo enseñaría después a varias mujeres matemáticas. Estas mujeres serían en muchos casos las que luego enseñarían a programar a los ingenieros de la NASA.
Vaughan seguiría trabajando en la NASA hasta 1971, aunque ya no volvió a tener un puesto directivo desde el fin de la segregación. Su trabajo no fue apenas conocido hasta el lanzamiento del libro y película “Figuras Ocultas”, basada en la vida de Vaughan y de otras matemáticas negras pioneras como Katherine Johnson o Mary Jackson.
Vaughan murió en 2008 a los 98 años. Desafortunadamente, no fue hasta 2019, ya póstumamente, cuando recibió uno de los premios más prestigiosos en Estados Unidos, la Medalla de Oro Presidencial. Desde ese año también hay un cráter en la luna que tiene su nombre.
Desde Kaleidos, nuestro pequeño homenaje es esta ilustración, por nuestro diseñador Juan de la Cruz, dentro de la serie de pioneras en tecnología.
Para saber más sobre programadoras pioneras de la era espacial, os recomendamos ver esta charla de nuestra compañera Teresa de la Torre: “El hombre pisó la luna, pero gracias a la mujer”.