Oficina. Interior. Día. Un momento cualquiera en el pasado.

Un front-end sujeta un machete entre los dientes, aprieta fuerte su mandíbula y siente cómo el sudor le recorre las mejillas. Titubea. Resopla. Finalmente, se adentra en la espesa jungla de código del proyecto con la esperanza de salir vivo de allí y poder commitear.