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El ingeniero de software ideal: modelo ACADEMIA

Me gusta sintetizar y también contar historias. No es contradictorio pero ambas son cuestiones complejas. La primera exige criterio para eliminar lo superfluo y la segunda utilizar lo superfluo como elemento narrativo a favor del mensaje. Voy a contaros la historia de una síntesis.

elmodeloacamedia

Esta semana pasada fue, como las últimas, bastante intensa en el trabajo. Proyectos que transferimos a nuestros clientes, proyectos que arrancan, nuevas contrataciones en Kaleidos… y con el SaveInformáticos por delante, me iba a la cama todos los días sin poder dejar de reflexionar sobre por qué confían en nosotros para llevar a cabo proyectos realmente estratégicos (del tipo “si sale mal, me arruino”) y arriesgados (del tipo “nadie antes ha hecho esto, vamos sin red”) y, al mismo tiempo, cómo nos aseguramos de contratar a gente que suma una barbaridad a este organismo que es Kaleidos.

Creo que fue el miércoles, ya acostado y mirando al techo cuando me pregunté “Pablo ¿desde que has tenido que rodearte de compañeros, cuál es el ciclo más probable de un profesional vocacional?”

Empecemos por el final, como el “truco” que @jmbeas empleó en la sesión de evolución de nuestro sector del #saveinfos. ¿A dónde parece probable que vaya a llegar un profesional vocacional? En Kaleidos no usamos eufemismos para esto, directamente decimos que esa persona MOLA. Molar mola.

Molar

En el SaveInformáticos, vi que molar es tener una reconocimiento de tus pares, que aprecien tu trabajo. Probablemente molas más cuanto más compartes lo que sabes, cuanto más transparencia ejercitas y menos bullshit predicas. Molar puede suponer que seas un ejemplo para otros, que vean en lo que haces algo valioso y copien de ti lo que les puede aportar más. Lo mejor de molar es que uno no mola si la gente no quiere. Otros deciden si tú molas. ¿Qué estaría en tus manos entonces, justo antes de que moles? Muy probablemente, DISFRUTAR de lo que haces.

Disfrutar

Disfrutar es complicado. Lo que para una persona es un bodrio, para otra puede ser el paraíso, pero no se trata de encontrar un disfrute universal, sólo de identificar cuándo éste llega. Llega cuando te sientes realizado. Cuando la promesa del futuro pasa a un segundo plano porque el presente es suficientemente potente. Miras lo que has hecho y reconoces tu huella y lo que te ha aportado. Es la métrica ñoña pero muy eficaz de “me levanto cada día pensando en que disfruto de lo que hago”. El disfrute puede ser intelectual o más emocional pero es estar en paz con lo que haces, porque lo haces bien y tiene un sentido. Ahora bien, disfrutar requiere una actividad que tenga resultados, una especie de feedback diario, algo que haya que CONSTRUIR.

Construir

Me gusta mucho la palabra Construir. Otros prefieren hablar de Crear y lo entiendo, pero Construir me parece más humano y quizá más apropiado a mi sector profesional. Construir algo es una pasada. A veces construyes para otro, a veces para ti mismo. Pero empezar un proyecto y acabar con algo que funciona, que está sano, que otros pueden disfrutarlo, que puede ser objeto de crítica, que no es un work in progress eterno… es fantástico. Construir algo es muy poco bla-bla y mucho esfuerzo de verdad. La mayoría de los procesos de construcción se realizan en equipo pero siempre hay un espacio para el proyecto personal. En termodinámica nos enseñaban que había un límite teórico para la eficiencia de un motor, pero en desarrollo de software, tu motor (el cerebro) puede tener una eficiencia del 100%, sin desperdicio, porque no hay un peaje que pagar, no hay un coste estructural. Bueno, no es cierto, hay un coste, tienes que alimentarte. No me refiero a los nutrientes, sino al conocimiento que tienes que tener. Antes de Construir, tienes que APRENDER.

Aprender

El himno de mi colegio empezaba así “Aprender es un pájaro bello“. Imaginaos a Los Niños del Coro cantando eso, quedaba genial en las funciones para los padres. Bueno, yo creo que Aprender es ser una esponja activa que procesa todo lo que existe en el universo, pero con prioridades. Eso no suena tan bien como himno para un colegio pero va directo a describir la naturaleza inquieta del humano. A veces aprendes lo que te mandan y muchas veces es bueno seguir la corriente de otros que saben más que tú, pero llega un punto en el que ese ingeniero de software vocacional decide lo que quiere o no quiere aprender. En qué va a gastar su precioso tiempo para invertir en su talento. Puedes aprender una técnica, un dato, una habilidad… pero pasada una edad, aprender es voluntario. La fascinación por adquirir nuevo conocimiento rara vez viene por la fuerza, y ahí es donde la vocación marca la diferencia, buscando también más conocimiento en otras parcelas fuera de tu perímetro de control.

Así, si juntamos los cuatro pasos, tenemos, Aprender -> Construir -> Disfrutar -> Molar. Pero esto en realidad esconde un ciclo interior, ya que de Disfrutar volvemos a Aprender. Y tumbado boca arriba en la cama pensé “Voy a caer frito en cualquier momento y esto se me habrá olvidado mañana cuando me despierte, ¡rápido, una regla mnemotécnica! A, C, D, M… ACADEMIA… Zzzzzzzz”.

Gracias al SaveInformáticos por confirmar que hay mucho interés en querer apreciar lo que nos motiva y lo que realmente distingue a mucha gente, sin afanes elitistas o corporativistas sino como una síntesis del ingeniero de software ideal, uno que siga el modelo ACaDeMia, un académico :-)